¿Sabías que el interruptor de membrana, que se encuentra en una gran variedad de dispositivos modernos, es el resultado de un proceso de desarrollo que ha durado casi cinco décadas? A lo largo de los años, esta tecnología ha influido significativamente en el diseño de interfaces humano-máquina al cerrar la brecha entre forma y función.

1970 – Los primeros pasos hacia la innovación

Las primeras iteraciones del interruptor de membrana eran en realidad superposiciones gráficas impresas. Su único propósito era mejorar la apariencia de los teclados mecánicos que se encontraban debajo de ellas.

Fue a principios de la década de 1970 cuando se introdujeron en el mercado las primeras teclas con circuitos electrónicos utilizando tinta impregnada de cobre o plata. Estos productos consistían en dos capas conductoras y un espaciador, y estaban hechos de policarbonato.

El uso de estos teclados estaba limitado a productos electrónicos destinados al público general, como calculadoras o electrodomésticos. Se consideraban, por lo tanto, una forma económica pero poco confiable de ingresar datos. Aunque estos teclados de membrana eran más modernos y estéticamente agradables que los teclados mecánicos, resultaban difíciles de usar. No proporcionaban retroalimentación táctil y los errores eran comunes. Además, no eran muy duraderos: con el tiempo, el policarbonato comenzaba a descomponerse y aparecían grietas alrededor de las teclas.

Hacia finales de la década de 1970, estos problemas se solucionaron con la introducción de cúpulas metálicas y el poliéster como material base. Ahora mucho más duraderos y fáciles de usar, los interruptores de membrana se dirigieron a un nuevo mercado: las computadoras personales. Entre 1979 y 1981, tres modelos populares incorporaron esta tecnología: el Sinclair ZX80 y ZX81, y el Atari 400.

1980 – Una nueva era

Llevar al mercado los teclados de membrana QWERTY presentó un desafío: convencer a miles de mecanógrafos de adoptar esta nueva tecnología. Estos profesionales, entrenados para ingresar texto utilizando el tipo de teclado mecánico que se encuentra en una máquina de escribir, tenían dificultades para dejar atrás esta experiencia táctil familiar. Un artículo publicado en el New York Times en 1981 describe muy bien este estancamiento. El autor explica que los fabricantes necesitaban “tomar su tecnología moderna y hacerla a la antigua.” 

La introducción del teclado mecánico modelo M de IBM en 1984 marcó oficialmente el fin del interruptor de membrana en el mercado emergente de computadoras personales durante casi una década. A principios de la década de 1990, fue Apple la que finalmente resolvió el dilema que mencionaba el Times: utilizando la tecnología de interruptor de membrana, el nuevo producto de Apple incluía teclas delgadas que imitaban la sensación de un teclado mecánico. Más ligeras, más pequeñas y más silenciosas, esta híbrida dio paso al estilo de teclado para computadoras que conocemos hoy.

Habiendo demostrado su excepcional durabilidad durante los años 80, el interruptor de membrana tradicional desbancó al teclado mecánico en varias industrias. Por ejemplo, los mercados de la medicina, la alimentación y la manufactura adoptaron esta tecnología masivamente. Estas interfaces, que están selladas y producidas con polímeros fuertes, pueden resistir condiciones extremas: el contacto con sustancias químicas, agua, polvo o limpiadores corrosivos no afecta su rendimiento.

Posibilidades ilimitadas

A lo largo de las siguientes décadas, varias innovaciones hicieron que el interruptor de membrana fuera aún más deseable. Se ha vuelto cada vez más compacto y puede integrarse en productos sin restricciones. Su flexibilidad y perfil delgado también permiten que se instale en superficies curvas. La llegada de los LED y fibras ópticas más sofisticadas avanzó aún más las posibilidades de diseño, todo mientras facilitaba el uso de estas interfaces.

Perfeccionar esta nueva tecnología impulsó la expansión de la familia de interruptores de membrana, incorporando interfaces capacitivas. Diseñados sin piezas móviles, estos teclados abren la puerta a aún más libertad de diseño mientras ofrecen una mayor durabilidad.

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A pesar de su comienzo rocoso, el interruptor de membrana jugó un papel integral en el desarrollo de interfaces humano-máquina (HMI): ayudó a mejorar la experiencia del usuario, elevando los productos a nuevas alturas estéticas. Incluso hoy, esta tecnología sigue teniendo mucho espacio para la imaginación y la innovación.

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